veintidos de mayo | dos pitillos

Cuando hablé con Fátima nunca pensé que fuésemos hablar de tantas cosas en tan poco tiempo. Dos pitillos exactamente. Ella es una chica, mayor de lo que aparenta, espectacularmente preciosa. Cabello rubio ondulado, ojos azules, cara grande pero no basta. Le comenté que ya no me iba a quedar más tiempo en la empresa y le empecé a preguntar mis típicas tonterías… la edad, el dinero, la frustración, que si era feliz… mis típicas preguntas de mierda que solo hacen que intime con las personas.

Me contó que ella también estuvo en mi situación. Había estudiado historia del arte por vocación, no por profesión. Y eso fue lo que nunca tuvo. Un trabajo relacionado con su carrera. Debido a eso, estuvo dando tumbos durante toda la vida y la verdad es que aún no se si los sigue dando. Al menos lo ha aceptado.

Mencionó muchas cosas la verdad, y cada cosa digna de un café hasta la hora de la cena. Cuando estaba en su anterior trabajo, encontró, mejor dicho, topó con un jefe “hijodeputa”. Da para mucho que pensar. Es curioso como los factores externos a nosotros mismos deciden nuestras vidas por completo. Seguramente ese jefe le habría pillado manía, porque sí, la manía existe, por su forma de ser. Es como si lo viese. Ella tan dulce y gentil y el hdp seguro que se la querría algo más. Le diría que no y encima con sutileza y eso le haría enfurecer al gordo tirano. Eso o simplemente era un hdp que odiaba a todo el mundo y a si mismo al que más. No lo sé. Lo mismo un día no le dijo buenos días o le entrego el informe pasado el deadline. ¿Quien lo sabe? Lo que sí sé es que resulta hasta gracioso como nos condicionan la vida por decisiones que ni entendemos.

Seguidamente me dijo que se fue a México con su antiguo novio. La verdad es que me ha fascinado esa historia, pero no me la ha podido contar del todo. ¿Se iría a una ciudad pequeña a ver las moscas pasar? ¿Se habrían ido a DF con toda la elite social proporcionada por su exitoso novio? ¿Su novio era exitoso? Dijo por encima que a no ser que fueses ingeniero, allí no ibas a encontrar un buen trabajo y que cuando lo hizo, cansado de su novio (exitoso o no) se volvió.

¿Con qué ánimos se volvería? ¿Estaría asustada o simplemente se alegraría de volver? ¿Qué fue lo primero que se encontró al llegar? ¿Lloró en el avión de vuelta por no ver a su novio, no vivir más en aquella ciudad o por que se sentía sola? ¿Estuvo deprimida sin querer ver a nadie? ¿Tendría a alguien? ¿Su vida fue maravillosa sin más? Ojala pudiese preguntarle todas estas dudas, pero como ya dije antes, alguien tomó la decisión de que no me quedase más y nunca más le volveré a ver.

La verdad es que es una chica fascinante. Desde el primer día me lo pareció. Llamativa pero discreta. Me acuerdo de mi primer día que tuve que trabajar con ella. Yo iba como un flan. Estaba seguro de que una persona como ella iba a ser una arrogante engreída. Pero más nervioso me puse cuando vi que no era para nada así. Simpática, agradable y lo peor de todo, amable. Seguro que a más de uno les hizo perder la cabeza. Pero que se jodan. Bastante tiene pinta de haber pasado ella.

Un día de cañas me acuerdo que apareció con un gorro rosa y me estuvo contando que ella misma lo hacía. Le gustaba la costura. Confeccionaba su propia ropa. Esto creo que es lo que más me ha impresionado después de un año en mi empresa. Que ella fuese capaz de crear su propia ropa. Me la imagino a oscuras, con la luz de un flexo y el humo de un cigarrillo de liar perdiéndose en la oscuridad un sábado por la noche. La gente necesita miles, millones de cosas. Ella solo necesita un patrón, una tabla verde con cuadriculas pintadas que encontró en los chinos y que nadie le molestase. Me encartaría poder hacerle mil millones de preguntas. Pero me temo que Fátima ya no está. Igual que yo tampoco.

 

Las que si se quedan son mis faltas de ortografía.

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