Jamás hubiese pensando que quisiera quedar conmigo. Éramos como la dama y el vagabundo. Solo que yo ni siquiera tenía mundo. Ella si lo tenía. Lo tenía todo. Era perfecta. La mujer perfecta a la que nadie accede. Excepto yo, por lo que veía. Sus ojos, su sonrisa. Todo en ella parecía venido del mismo cielo. En su trabajo nadie se atrevía a hablarle aunque la tímida siempre era ella. Cosa que la hacía más interesante.
Supongo que pasar de ella y ver que siempre les hacía gracia a los demás, le hizo tener curiosidad en saber quién era yo. Todo el mundo quiero lo que todo el mundo tiene. Todos me tenían a mí. Mi compañía, mi ayuda, mi aprecio… a ella no le di nada. para que viniera a pedírmelo. Y así fue.
Ella se estaba riendo, estaba sintiéndose cómoda (siempre lo pregunto para que vean que tengo interés en ellas y así hacerles crees que las arropo con mi atención y cuidado, pero es mentira). Le estaba gustando haber quedado conmigo. Quería más de mí y yo se lo daba en pequeña dosis. Sé qué hay que decir para que ellas piensen que me están ganando. Sus barreras estaban abiertas por completo para que yo entrase a coger lo que quisiera. Pero nunca lo hago. Supongo que intento ser demasiado caballero a veces… Sus ojos estaban a la altura de los míos. Eran asombrosamente redondos. Oscuros. Mis preferidos. Siempre quise perderme dentro de ellos pero eso me hacía recordar todo lo anterior. Y recordar todo lo anterior era donde estaba el fallo. El jarro de agua fría sobre mi espalda. El jarro de agua fría venía a decirme que no me gustaba.
Yo le hacía gracia a ella. Ella me daba pena por algunas cosas que decía o hacía. Ella quería pasar la noche conmigo. Yo quería salir corriendo de allí. Mirando fijamente sus ojos y sin escuchar una sola palabra de lo que me decía ya me había dado cuenta de que no quería seguir allí. No me gustaba lo que estaba viendo. Ni conociendo. Desde hace muchos años, 6 en concreto, me pasa esto con algunas chicas. De repente, todo lo que parece mágico, todo lo que tanto esfuerzo y estrategias sociales me ha costado conseguir, lo odio. Me da muchísima pena y casi se me escapan las lágrimas mejilla abajo. Supongo que por haber creado una imagen distinta a la que en realidad es. Supongo que por recordar a aquellas chicas que si me pusieron nervioso de verdad en la primera cita. Ay dios… todo se fue y parece que nunca va a volver.
Cuando me dio cuenta, ella me había preguntado algo. No tenía ni idea de lo que me estaba hablando. Yo solo pensaba en el porqué de estar ahí. En que para la mayoría de personas que conozco, hubiesen matado por estar donde yo. Pero yo no quería estar ahí. Siempre he sido muy diferente al resto. Pero supongo que es bueno. En este caso no. Me gustaría poder aprovechar la situación. Pero me temo que no puedo.
Ella dice de pagar pero yo le digo que pago esta vez y la siguiente pagará ella. Así creo una falsa sensación de que nos vamos a ver otra vez. Le pregunto que si le acompaño a casa y ella me dice que no hace falta, que vive al lado. Yo no insisto y asiento para que crea que no tengo ninguna intención y así, apagar más aún sus alertas. Le doy dos besos lo más despegado de ella que puedo y me voy sin mirar atrás. Eso hace que ella quiera más. No he insistido, no he intentado nada. Ella no se lo explica. No sabe qué está pasando. Quiere saberlo y por eso quiere volverme a ver.