Estaba literalmente abatido. No podía ni con mi alma… había salido el día anterior y apenas había dormido, por no decir todo lo que me había bebido. Hacía calor, las 8 de la tarde, pantalón largo. Juro que no podía ni pensar. Normalmente planeo un poco lo que quiero decirle o cómo voy a actuar pero absolutamente todos mis esfuerzos se centraron en ir a comprar chicles al Lidl de Tirso de Molina.
Cuando estaba dentro me llamó, no le cogí… no porque tuviese el teléfono roto, que lo estaba, sino porque me daba autentico pavor así que esperé a que me colgara y le escribí un whatapp para que se fuese a la puerta. Es increíble cómo es el cuerpo humano. No podía ni hablar del cansancio que tenía, estaba luchando por no desfallecer allí mismo, no tenía energía para nada, pero fue saber que estaba fuera esperándome y… a temblar como un flan.
Las piernas te fallan, te sudan las manos, tu cabeza va a mil por hora… es como si tu cuerpo se pusiese en alerta y es que creo que así es. Tu mente sabe que te está esperando una auténtica batalla con esa chica. Miradas, comentarios, reacciones… no puedes fallar en ningún momento, todo lo que hagas o digas tendrá repercusión en esa lucha constante de subconscientes.
Salí del supermercado esperando tener que andar unos cuantos metros para encontrarme con ella pero no, allí estaba, a escasos 2 metros de mí. Lo primero que me llamó la atención es que no llevase gafas de sol, no sé por qué pero me extrañó. Lo segundo que vino a mis ojos fue su boca. Y no era de extrañar. Una mandíbula perfecta con dientes blancos y labios casi divinos. Era la boca más increíble que había visto en mucho tiempo.
Andamos hacia el bar y nos sentamos de manera que yo salí ganando: de espaldas a la pared y ella de espaldas a todos. Lo mejor para mí y lo peor para ella es que le daba el sol de frente. Después, este detalle resultó ser peor aún.
- No me pienso mover y mucho menos hablar.
- ¿Cómo?
- Sé que eres un analizador así que a mí no me vas a pillar amiguito… Además, tengo el sol de frente dándome en la cara y esto parece un interrogatorio.
Empezamos de puta madre… nuestra chica se cerró en banda durante mucho, mucho tiempo. No se puede hacer nada en estas cosas. Todas tus preguntas, expresiones, todo lo que habías planeado (que era bien poco) se acababa de esfumar. No podía hacer nada contra esa actitud. Era una puta experta en echar balones fuera. Sabía responder pero sin mojarse, contestaba a todo lo que le preguntaba pero era capaz de no darme ni una estúpida pista que me hiciese saber qué es lo que quería… al cabo de unos minutos supe que tenía que poner al yo real, disfrutar de su compañía y… tratar de emborracharla. Esto es cierto. Una amiga mía, mucho mayor que yo, me dijo una vez:
- Tiene que quedar de cañas, nunca quedes con una chica para tomar café.
- ¿Por qué? Pregunté yo.
- Porque de cañas, de cervezas, se hace de noche, aunque no quieras bebes y le puedes dejar en su casa. Tomando café es pleno día y luego se irá. Lo más seguro, a tomar cañas con otro chico…
Y que razón tenía. Si quieres quedar con una chica para algo más que su compañía, no puedes ir a merendar o a hacer alguna actividad. Esos planes son perfectos, pero más adelante.
Unas tras otra, cervezas y más cervezas. Luego llegaron las copas. Ginebra con tónica. Perdón, ginebras con tónicas, porque fueron más de una. Y más de dos. Desde las 8 hasta las 12 sin parar de hablar. No nos dimos cuenta pero habíamos estado hablando durante varias horas sin haber hablado de nada. Solo bebiendo y escuchando el uno al otro.