Más sigue siendo una suerte que me alegre de verte. Que me alegre de verte. Porque si ya es suerte de por si encontrarte aquí, y en estas circunstancias, mas aun es que me alegre de ver esa cara de falsa indiferencia y muecas ocasionales respecto a la inteligencia de los demás.
Pero aparte de eso, siempre te he visto preciosa.
Ya sabes que no creo en la suerte. Pero si creo en que nací con la estrella. Esa estrella que has de guardar en el centro de tu corazón. Es el lugar más seguro que tenemos. Y debes escucharla en los momentos más inhóspitos y hacerte saber a ti mismo que somos mágicos, que somos únicos y que nuestro talento siempre saldrá a la luz.
Tu en cambo, naciste estrellada.
No pares la música, ni tampoco salgamos fuera ya que, obviamente, todo lo que tienes que decir son sandeces enmascaradas por un teatro hipócrita y sin sentido.
Pero continua, no pares de hablar, me hace mucha gracia ver como intentas pelearte desesperadamente por aparentar algo que nunca has sido, no creo que seas y por supuesto dudo que llegues a ser.
Me recuerdas a aquel quinceañero que aparentaba estar intrigado por cualquier tema fuera de su interés solamente para intentar llevarse aquella chica a la cama.
Me haces sentir como una quinceañera y es curioso que me hagas sentir así. Gracias a ti he sentido tantas cosas. Me he sentido de mil maneras pero lo mejor es que no me extraña por que como ya te dije, soy mágico y al ser mágico, por muy extrañas situaciones que nos ocurran, siempre sabremos encajarlas y seguir adelante.
De peor o mejor manera.
En fin, ahí te quedas con tus aburridas historias que narran las mayores aventuras de la forma más liviana y banal. Yo, en cambio, se hacer de la historia más aburrida la mayor e increíble de las aventuras ancestrales…
por que como dijo aquel niño pequeño, quien no solo sabe contar la verdad, no merece ser escuchado.