Hoy me ha pasado una cosa muy extraña. Estaba en la calle esperando a comprar lotería y había una señora delante de mí comprando cupones que rascas y puede que te toque algo. Yo estaba bastante mosqueado esperando deseando que esa señora mayor con muleta y aparentemente rica terminase de preguntar tantísimas tonterías. De repente me he dado cuenta que posiblemente la amable señora estuviese hablando con el vendedor de lotería, vendedora en este caso, porque estuviese sola y esa fuese su única aspiración. Comprar lotería. Puede que esa fuese la primera vez en todo el día que hablaba con alguien y rascar esa mierda fuese su único aliciente. Cuando me he dado cuenta de eso me he tranquilizado y cuando he terminado de comprar he roto a llorar. No una lagrima. Si no lo que es romper a llorar. No podía ver la acera de las lágrimas que me caían por la cara. Me ha comido la pena de ver a esa señora. Supongo que no es para tanto, supongo también que es porque echo de menos a mi familia. Supongo que no sé por qué es pero al escribirlo y volver a llorar, me siento mejor.
Moraleja de hoy: nunca compres lotería.